martes, 18 de octubre de 2011

Ingeniería inversa...

... o como diríamos hoy en día copia y pega. Es lo que debieron pensar los soviéticos en el verano de 1944.

En 1943 la antigua URSS comenzó un proyecto (dirigido por Andrei Tupolev) para el diseño de una nueva aeronave capaz de transportar una bomba atómica y servir como bombardero estratégico.

Sin embargo, el 7 de julio de 1944, un B-29 que volvía de realizar una misión sobre Japón, se vio obligado a aterrizar de emergencia en Siberia. Otros dos bombarderos más siguieron igual suerte ese año. Además el 8 de Agosto, otro B-29 se estrelló al Este de Siberia dejando algunas piezas útiles.



Las tripulaciones fueron repatriadas a Estados Unidos, pero no así los aviones. La URSS se escudaba en que no estaba en guerra con Japón y que el hecho de devolver dichos aviones supondría romper el tratado de no agresión firmado con los japoneses.

Desde ese momento Stalin, tomo la idea de cancelar el proyecto en curso y ordenó a Tupolev (con la ayuda de Vladimir Myasischev) copiar el B-29 americano.

En dos años, los soviéticos tenían su copia del B-29 lista para volar, el Tu-4 Bull (para la OTAN).



El Tu-4 fue un avión muy útil para la URSS que los mantuvo en servicio hasta 1960, y posteriormente China alargó la vida de estos aparatos hasta 1990.

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