lunes, 21 de septiembre de 2009

D. B. Cooper, secuestro y huida en paracaídas. Un misterio sin resolver


Leyendo el otro día sobre la larga historia de secuestros de aeronaves, me encontré con una bastante curiosa y desconocida para mí. Se trata del caso de D.B. Cooper, que el 24 de Noviembre de 1971 secuestró un Boeing 727 de Northwest Orient en Pórtland (Estados Unidos), recibió un pago de 200.000 US $ a modo de rescate y huyó en... paracaídas, tras al parecer extender la escalera trasera del 727.

Un esquema de la huida de D.B. Cooper (pichad en la imagen)

Nunca se encontró el paradero, si sobrevivió, del tal D.B. Cooper, ni se encontró el dinero y tampoco se conoce a día de hoy su verdadera identidad. Por supuesto el FBI, que no encontró restos en la supuesta zona del salto, creé que no sobrevivió al salto, pero el misterio aún permanece.

Puerta trasera de un Boeing 727

Os resumo como fue el secuestro. Tras despegar de Portland, Cooper pasó una nota a una de las azafatas en la que básicamente decía que tenía una bomba en su maletín y que quería 200.000 US $ y cuatro paracaídas no militares (dos de emergencia) a su aterrizaje en Seattle. La azafata le comunicó la petición al piloto que a su vez lo hizo saber al controlador de Seattle quien llamó a la policía y al FBI. El FBI recomendó hacer caso a Cooper mientras se pidió a la azafata que comprobara que la bomba era real. Cooper abrió la maleta que contenía una serie de cilindros rojos, cables y baterías pareciendo, efectivamente, una bomba. Cooper pidió que no se aterrizara hasta que el dinero y los paracaídas estuvieran listos en Seattle.

B-727 secuestrado por D.B. Cooper en Seattle

El FBI preparó el dinero grabando los números de serie de los billetes de 20. Una vez satisfechas las demandas el 727 aterrizó, instando Cooper al piloto a dirigir el avión a una zona apartada del aeropuerto y apagar las luces de cabina para evitar ser blanco de algún francotirador. Una vez que se le hizo entrega de lo pedido Cooper liberó a 36 pasajeros por la puerta trasera.

Después de un lento reportaje, Cooper instó a la tripulación a despegar hacía Ciudad de Méjico a una velocidad y altitud bastante baja de 170 kt (320 Km/h) y 10.000 ft (3000 m) con el tren abajo y 15º de flaps. El primer oficial avisó a Cooper que con dicha configuración sólo podrían volar 1000 nm (1600 Km). Cooper ordenó al piloto despresurizar la cabina, ordenó a la azafata que había estado sentada junto a él en todo momento que se fuera hacia el cockpit. Momentos después la tripulación observó una luz parpadeante que indicaba que Cooper trataba de abrir la puerta trasera. De pronto la tripulación comenzó a oír un ruido de aire en cabina, Cooper había abierto la puerta trasera y había saltado de la aeronave, algo que nunca antes se había visto. Esta fue la última vez que D.B. Cooper fue visto con vida.

En el momento del salto el avión atravesaba una tormenta, por lo que los F-106 que seguían de cerca el B-727 no pudieron ver el descenso de Cooper. El área del aterrizaje no pudo determinarse con mucha precisión. El Boeing 727 aterrizó en Reno de forma segura con la escalera trasera desplegada. El FBI buscó a Cooper en el avión, pero por supuesto no le encontraron, así como tampoco hallaron el maletín ni dos de los cuatro paracaídas.

F-106

El FBI compuso un retrato robot de Cooper y rastreó por meses de forma exhaustiva la supuesta zona de aterrizaje sin encontrar pista alguna ni siquiera de los paracaídas. El FBI no pudo encontrar tampoco rastro de los números de serie de los billetes de 20 US $.

"Retrato robot" de D.B. Cooper

En 1978 un cazador encontró, no muy al norte de la zona de aterrizaje estimada de Cooper, un cartel con instrucciones para bajar la escalera de un 727. Dicho cartel pertenecía al 727 del que Cooper saltó.

En febrero de 1980, un niño de 8 años que estaba de picnic con su familia, encontró en el río Columbia, 8 km al norte de Vancouver, unos fardos de billetes (5.880 US $) unidos aún por goma desgastada, a unos pocos centímetros por debajo del agua flotando cerca de de la orilla. Después de comprobar los números de serie se constató que pertenecían al pago realizado a Cooper. Cómo llegó el dinero hasta allí fue objeto de numerosos estudios sin una causa fuertemente concluyente.
Tras dicho suceso, algunos secuestradotes intentaron la misma forma de huida sin éxito. Esto obligó a la autoridad de Aviación Civil Estadounidense (FAA) a obligar a la instalación en todos los Boeing 727 de un sistema conocido como el “Cooper vane” que previene de la extensión de la escalera en vuelo.

Del caso y posteriores revelaciones de la investigación por parte del FBI podéis encontrar más info en la red.

2 comentarios:

mk dijo...

Se me parece a Adolfo Suarez.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Qué buena historia. Todo parece indacar que el tipo la palmó (sobre todo por los billetes "olvidados"). Por alguna perversa razón me hubiera gustado que a Mr. Cooper le saliera bien la treta.